3° UNIDAD: PROBLEMAS DEL ARTE Y DE LA EXPERIENCIA ESTÉTICA
Actividad: Perspectivas de la
Estética (2ª Clase)
Fernando Huesca Extractos de “Walter
Benjamin
Son cinco textos que forman parte de uno solo. En orden sucesivo
1°: Hegel y su síntesis
sobre la visión del arte
2°: La irrupción de la
tecnología afecta a la idea que se tiene del arte.
3°: Benjamín – Unicidad de
la obra “el aura” y replicabilidad en
copias
4°: Benjamín: Valor ritual y valor de
exhibición
5°: Benjamín – Función social del arte, hacia la política
Este texto está relacionado con el objetivo:
Apreciar
aportes reflexivos sobre la experiencia del arte y comunicar a partir de estos,
sus puntos de vista sobre la finalidad del arte.
1.-
La
estética de G. W. F. Hegel es un referente obligado para abordar los conceptos
de arte y obra de arte: “La estética de Hegel representa en el terreno de la
filosofía del arte la culminación del pensamiento burgués, de las tradiciones
burguesas progresivas”. (Lukács, 1965: 123). En efecto, la reflexión
sistemática hegeliana en torno al arte surge como culminación de un proceso
reflexivo que va desde los griegos hasta I. Kant, de manera que en ella podemos
encontrar una síntesis de las principales interrogantes y temas con respecto la
actividad artística, a la obra de arte y a la función que ellas cumplen en la
realidad humana que se habían suscitado hasta inicios del siglo XIX. (…)
El
filósofo de Stuttgart define en sus lecciones de estética (mismas que dictó en
Heidelberg y Berlín, entre 1817 y 1830) al arte como “un modo como el hombre ha
tomado conciencia de las supremas ideas de su espíritu” (Hegel, 2006: 51). Así
el hombre, tanto individual como tomado en colectivo, como en un pueblo,
deposita sus convicciones e inquietudes en el arte que produce y, así, las
obras de arte de todos los tiempos incorporan saberes, verdades incluso, que
revelan momentos en la autoconciencia de la humanidad. Estas verdades pueden
ser tomadas como el contenido del arte, al cual Hegel llama “idea”, “lo
espiritual” o “fin último” (Hegel, 2006: 97); de esta manera, en el sentido de
expresar el “fin último” de la realidad, de la vida del hombre y del espíritu
del mundo, el arte comparte el lugar supremo en el sistema hegeliano junto con
la religión y la filosofía; estas tres instancias son los modos en que se puede
captar “lo espiritual” propiamente, si bien de diferentes maneras. (…)
2.-
Hegel
declara: “El arte es simplemente una forma en la que el espíritu se lleva a
aparición fenoménica, es un modo particular [de su aparición fenoménica]”.
(Hegel, 2006: 53). Es patente para
nosotros que las reflexiones de Hegel pertenecen a un periodo de la historia
cuyo desarrollo tecnológico e industrial era todavía inferior al nuestro; la
primera locomotora se introduce apenas en el año 1835 a Alemania (Deick, 2008:
118). Si bien los adelantos técnicos de la revolución industrial se difundieron
por toda Europa a lo largo del siglo XIX, en el momento de las reflexiones
estéticas de Hegel no eran estos todavía algo tan decisivo como para romper con
las nociones acerca del arte heredadas por una tradición que abarca más de dos
milenios. El filósofo W. Benjamin toma precisamente este punto de inflexión
histórica como punto de partida para elaborar una sugerente reflexión en torno
al arte y su papel en la realidad humana moderna (es decir la posterior al
siglo XIX). A continuación, abordaremos sus tesis en torno al arte posterior a
este auge industrial decimonónico, tomando como eje central su reflexión en
torno a la “reproductibilidad técnica” que se perfecciona y difunde
imperiosamente en el siglo XIX. (…)
3.-
“Incluso
en la más perfecta de las reproducciones, una cosa queda fuera de ella: el aquí
y ahora de la obra de arte, su existencia única en el lugar donde se encuentra”
(Benjamin, 2003: 42), afirma el autor de “La obra de arte en la época de su
reproductibilidad técnica”. Este tema de la unicidad y pertenencia a un cierto
lugar y tiempo es central en la reflexión de Benjamin y es el que impregna la
determinación de su concepto de aura. A esta se le define como “Un entretejido
muy especial de espacio y tiempo: aparecimiento único de una lejanía, por más
cercana que pueda estar”, lo cual a su vez implica que “no existe una copia de
ella” (Benjamin, 2003: 47). Esta elaboración conceptual es de suma importancia,
porque permite analizar el fenómeno artístico a partir del inminente auge en la
técnica de reproducción de imágenes. En efecto, Benjamin afirma que el arte
anterior al advenimiento de la fotografía estaba estrechamente ligado al
fenómeno del aura. Una pintura prehistórica, una escultura griega o una Madona
de Rafael estaban estrechamente ligadas al lugar y al contexto de su
producción. La función que cumplían es inseparable del lugar de su creación y
exposición. Con la reproducción técnica moderna, este contexto pasa a segundo
plano para dar lugar a nuevas funciones de la obra de arte. En otras palabras,
la reproducción técnica destruye el aura de la obra de arte al omitir el
“espacio y tiempo” de ella misma (Benjamin, 2003: 48). Sin embargo, al perderse
el elemento aura del arte, aparecen nuevas funciones para este. (…)
4.-
“El
valor único e insustituible de la obra de arte ‘auténtica’ [esto es la
“original” en cuanto no sometida a reproducción técnica] tiene siempre su
fundamento en el ritual” (Benjamin, 2003: 50). El arte, como se encuentra ya apuntado en la
reflexión hegeliana, cumple elementos rituales y religiosos muy marcados en sus
inicios. Es con el desarrollo histórico y material que el arte adquiere nuevas
funciones, incluyendo la artística (Benjamin, 2006: 54). En este punto,
Benjamin introduce dos nociones que permiten interpretar este fenómeno, a
saber: las de “valor ritual” y “valor de exhibición” (Benjamin, 2003: 52). El
primero es el ligado estrechamente con la función mágico-religiosa, lo cual es
evidente tanto en la pintura rupestre como en la épica y la escultura griega y
gran parte de la pintura renacentista, mientras que el segundo es el ligado con
la emancipación de la obra de arte del elemento litúrgico y religioso para dar
lugar a la aparición de la ya muy conocida para nosotros función artística. (…)
5.-
En
efecto, esta es una de las tareas esenciales que Benjamin asigna al nuevo arte:
“Entre las funciones sociales del arte, la más importante es la de establecer
un equilibrio entre el hombre y el sistema de aparatos. El cine resuelve esta
tarea no solo con la manera en que el hombre se representa ante el sistema de
aparatos de filmación, sino con la manera en que, con la ayuda de este, se hace
una representación del mundo circundante” (Benjamin, 2003: 84). Entonces, una
función social esencial del cine es mediar en la relación hombre-sistema de
aparatos, por medio de la presentación de aquél ante este (como en efecto hace
el intérprete cinematográfico al presentarse a sí mismo ante toda una matriz
técnica de cableados, cámaras y reflectores), así como por medio de la
observación de la realidad externa mediante la cámara, lo cual puede a su vez
expandir nuestra capacidad de visión, de manera que cosas imperceptibles a
simple vista, puedan ser evidenciadas por medio del cinematógrafo: “Solo
gracias a ella [la cámara] tenemos la experiencia de lo visual inconsciente, de
mismo modo en que, gracias al psicoanálisis, la tenemos de lo pulsional
inconsciente” (Benjamin, 2003: 87). (…)
“En
lugar de su fundamentación en el ritual [del arte], debe aparecer su
fundamentación en otra praxis, a saber: su fundamentación en la política”
(Benjamin, 2003: 51), declara decididamente Benjamin y hemos ya visto por qué
esto es así. Al estar los medios productivos y artísticos al servicio del modo
de producción capitalista (y esto en una medida mucho más acentuada en la
actualidad de lo que era en la época de Benjamin), la tarea crítica de la obra
de arte es esencial.