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lunes, 1 de julio de 2024

DEL ARTE EN LA EDAD MEDIA Y LA EDAD MODERNA - SÍNTESIS

 

Tema complementario a la entrada anterior del Blog. 

Fuente: psicologíaymente.com/cultura

Autora: Sonia Ruz Comas 


Nota: Se hace referencia además a otras dos fuentes externas adicionales.

La idea de esta entrada es contribuir a la continuidad de en el desarrollo de las ideas sobre "el arte" de la entrada anterior en la que los filósofos del arte; Danto y Nehamas se explayan sobre las ideas del arte desde la antigua Grecia hasta fines del siglo XX. Me pareció que, dado que los estudiantes del curso están en su primer curso de filosofía, es pertinente ofrecer un apoyo que sea lo más sencillo y didáctico posible para comprender mejor la referida entrada anterior de este blog.     


ARTE MEDIEVAL SUS CARACTERÍSTICAS  Y CINCO CLAVES PARA ENTENDERLO

Sonia Ruz Comas 

Cuando pensamos en arte medieval, probablemente nos vengan a la mente las impresionantes catedrales góticas. Y es que, en el fondo, relacionamos arte medieval con arquitectura (y, mayoritariamente, con arquitectura religiosa). Sin embargo, la Edad Media fue un periodo muy rico a nivel artístico, que no olvidó, ni mucho menos, la escultura y la pintura.

Aun así, si nos preguntan sobre pintura y escultura medievales, es muy probable que arruguemos el ceño y digamos, en un tono un tanto condescendiente, que en la Edad Media no sabían ni dibujar, ni pintar, ni esculpir. Pero la realidad es que llegamos a esta conclusión porque estamos comparando la Edad Media con otros períodos y culturas, cuyos gustos estéticos nada tienen que ver entre sí.

Si de verdad queremos entender el arte medieval y disfrutar plenamente de él, lo primero que debemos hacer es, efectivamente, dejar de comparar. Por una sencilla razón: cada estilo posee un contexto concreto y es el reflejo del espíritu de una época y de un colectivo; por tanto, es único. Nunca podremos penetrar de verdad en los entresijos del arte medieval si andamos comparándolo constantemente con el arte de la Grecia Clásica, por ejemplo. Y ojo, no porque en la Edad Media se hubiera olvidado el mundo clásico, sino porque el arte medieval responde a otras necesidades y a una nueva mentalidad.

CINCO CLAVES PARA ENTENDER EL ARTE MEDIEVAL

¿Qué es, entonces, el arte medieval? ¿Cómo podemos entenderlo y, de esta forma, disfrutar plenamente de lo que nos ofrece? En este artículo encontraréis 5 claves que os ayudarán, y mucho, a entender mejor el arte de la Edad Media.


1. Disfruta de la historia

En general, el arte medieval es un arte que narra. Este es, de hecho, uno de los fines más importantes del arte en la Edad Media: contar una historia. Es poco probable que el artista medieval realice una composición con la única idea de “hacer bonito”; si vamos más allá, veremos que, en realidad, lo que nos está queriendo transmitir es un mensaje.

Esto no quiere decir que los artistas medievales no cuidaran la forma. En absoluto (este es, por cierto, uno de los tópicos que existen acerca de la Edad Media). En todas las etapas de la era medieval, y especialmente en el gótico, los artistas nunca dudaron en embellecer la realidad y utilizar recursos estéticos para dotar al relato de un mayor atractivo. Pero, a pesar de todo, insistimos: el arte medieval es, principalmente, un arte que expresa, que comunica, que narra historias y transmite conceptos. Si tenemos esto presente, disfrutaremos mucho más de la plástica medieval.


2. El arte medieval no es un todo único

... como tampoco lo es la Edad Media en general. Lo que conocemos como “Edad Media” es un período de nada menos que 1000 años, y, obviamente, no podemos meter todos estos siglos en un mismo saco. Y, por supuesto, tampoco a su arte.

No es lo mismo el arte románico, el arte gótico o el arte carolingio, por poner algunos ejemplos. Tampoco es igual el arte que se realiza en el área Mediterránea que el del norte de Europa. Si tenemos claro esto, aparecerá ante nuestros ojos un abanico mucho más amplio y generoso de posibilidades. Porque, básicamente, contextualizaremos de forma adecuada cada obra de arte, lo que nos llevará a comprender mejor el mensaje que desea transmitirnos.


3. El color y la luz

Otro de los tópicos más habituales sobre la Edad Media es esa supuesta oscuridad que reinaba en la época. Este es, en verdad, uno de los prejuicios más fáciles de desterrar ya que, de hecho, los hombres y las mujeres medievales estaban enamorados de la luz y, por tanto, del color. En cualquier manifestación social o artística del Medievo encontraréis abundancia de colores.

En la literatura medieval, encontramos pasajes encantadores, como el que recoge Chrétien de Troyes, uno de los escritores más famosos del siglo XII, en el que el protagonista se queda embelesado observando una gota de sangre sobre la nieve. La descripción que el autor hace del contraste entre el rojo y el blanco es de una delicadeza extrema. De igual forma ocurre con los trajes. La moda combinaba colores casi imposibles (naranjas con amarillos, verdes con azules, violetas con rojos…), todo para exaltar el concepto del color, de la luz, que para el ser humano medieval era, sencillamente, la presencia de Dios. Recordemos la frase Ego sum lux mundi (Yo soy la luz del mundo), que hace referencia a Cristo. La luz es, pues, el principio de todas las cosas.


Fue esta pasión de la Edad Media por la luz lo que llevó a sus artistas a levantar las catedrales góticas y a colocar en sus paredes ventanales multicolores. Además, las paredes de las catedrales no estaban desnudas. Al contrario: estaban policromadas con vivos colores, y en las bóvedas se pintaron incluso espectaculares cielos azules cuajados de estrellas. ¿Qué mejor manera de mostrar que la Edad Media no era una época oscura? Dos de los mejores ejemplos son, sin duda, la magnífica Sainte-Chapelle de París y la abadía de Saint-Denis, el primer edificio gótico de la historia.

4. El tiempo no existe

Para el ser humano medieval, el tiempo es una mera ilusión. El mundo real es inmutable, eterno, porque es donde se encuentra Dios, y Dios no tiene principio ni final. Si tenemos clara esta idea, y, sobre todo, si nos despojamos del concepto de la unidad espacio-tiempo, nos encontraremos en mejores condiciones para comprender el arte medieval. Porque los artistas medievales no pintaban la realidad. O, mejor dicho, no pintaban la realidad humana, la que nosotros consideramos como tal. Ellos pintaban la realidad divina y, por tanto, necesitaban recursos que les permitieran superar el espacio y el tiempo. Porque, ¿Cómo transmitir la idea de Cristo, de salvación, de Infierno, de Paraíso, siguiendo fielmente las líneas espacio-temporales?


Las ideas solo pueden plasmarse en un campo más allá de la realidad, y esto, los medievales lo sabían. Por ello, en las representaciones plásticas medievales encontramos también saltos en el tiempo (escenas que se representan juntas cuando en verdad sucedieron una detrás de otra), así como personajes que aparecen uno al lado del otro y que, en realidad, nunca coexistieron. ¿Quiere decir esto que los artistas medievales no sabían representar? Nada más lejos de la realidad. Como ya comentamos en el punto 1, al arte medieval no le interesa reflejar el mundo (al menos, nuestro mundo), sino todo aquello que está más allá de lo tangible.

5. La iglesia y el castillo, los pilares de la Edad Media

Estos son los dos edificios claves para entender la sociedad medieval. La iglesia, por supuesto, tenía una indudable importancia religiosa, pero también social, pues en su interior se celebraban actos de diversa índole que a menudo nada tenían que ver con la religión. De hecho, en esto se ve clara la herencia clásica, ya que las iglesias medievales son hijas de la basílica romana, el lugar de reunión por excelencia. 

Este es, de nuevo, un buen ejemplo para ilustrar cómo la religión se insertaba en el día a día de las personas; se trataba de algo natural, que fluía en sus vidas con normalidad, igual que los días de mercado, los juicios o las reuniones gremiales.

En el castillo tenemos el vivo ejemplo del mundo feudal. En los primeros siglos medievales, eminentemente rurales, estas fortificaciones adquirieron mucha importancia estratégica, defensiva y militar. Al contrario de lo que a menudo se muestra en las películas, los castillos feudales no tenían apenas lujos, puesto que se trataban de puestos de frontera. Con el avance de la Edad Media y el auge de la burguesía y de las ciudades, el antiguo castillo feudal se va convirtiendo en lo que, con la llegada del Renacimiento, serían las hermosas residencias nobiliarias que, por supuesto, habían perdido ya todo carácter defensivo.

Esperamos que, a través de estas 5 claves, podáis entender mejor qué es el arte medieval y, de esta forma, disfrutar plenamente de todo lo que nos ofrece esta época tan fascinante como incomprendida.

Referencias bibliográficas

Azcárate Ristori, J.M.; Pérez Sánchez, A.E.; Ramírez Domínguez, J.A. (1983). Historia del Arte. Madrid: Anaya.

Complementario Externo 1:  https://artehistoria.online/edad-moderna/ 

Complemento Externo : https://eternitaris.wordpress.com/2009/12/27/historia-de-la-estetica-edad-moderna/


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 LAS CINCO CARACTERÍSTICAS DEL ARTE EN LA EDAD MODERNA 

Sonia Ruz Comas 

En: https://psicologiaymente.com/cultura/caracteristicas-arte-edad-moderna

La Edad Moderna comprende nada menos que tres siglos; a pesar de que, como siempre, limitar periodos es peligroso (porque nos arriesgamos a caer en absolutismos históricos), sí que es cierto que, en esta época, surgieron una serie de cambios que caracterizaron el paso del ser humano medieval al ser humano moderno.

En este artículo vamos a detenernos en el arte de la Edad Moderna más que en los aspectos históricos, aunque, obviamente, todo está relacionado. No se puede comprender la expresión artística sin el contexto histórico; por ello, examinaremos primero qué sucedió en el cambio de la Edad Media a la Edad Moderna y, posteriormente, nos centraremos en las 5 características esenciales del arte del periodo.


El contexto cultural y artístico en la Edad Moderna

Lo que se conoce como Quattrocento, es decir, el siglo XV italiano, es fundamental para comprender los cambios que se produjeron en el arte. La Italia de aquel siglo estaba formada por un mosaico de pequeños estados, a cuyo frente estaban personajes procedentes de la burguesía urbana. Estos personajes van a proteger las artes y transformarán la visión teocéntrica de la época medieval en un humanismo que será promovido por las academias filosóficas, protegidas por estos mismos mecenas.

En el ámbito artístico, se produce también un punto de inflexión con la aparición del tratado del arquitecto romano Vitruvio (siglo I a.C.) A partir de su texto, muy estudiado en la época, León Battista Alberti (1404-1472) crea sus tres tratados sobre arquitectura, escultura y pintura. Con ello, el tratadista da un paso importante hacia la intelectualización de estas disciplinas, que pasan de ser artes mecánicas (características del periodo medieval) a artes intelectuales de hombres libres.

Por otro lado, Filippo Brunelleschi (1377-1446), tras estudiar en Roma las antigüedades clásicas (entre ellas, el Panteón de Agripa), diseña la cúpula del Duomo de Florencia, que, aunque todavía tiene un planteamiento muy vinculado a la arquitectura medieval, supone un avance técnico que lo entronca con la nueva visión del mundo.

Pero el artista irá más allá, y consolidará definitivamente una de las características principales del arte de la Edad Moderna: hablamos, por supuesto, de la codificación de la perspectiva matemática, elaborada con un punto de fuga, que conlleva la creación de un espacio tridimensional que revolucionará el mundo de la pintura hasta la llegada de las primeras voces disidentes de la academia oficial, en el siglo XIX. Esta perspectiva será aplicada por primera vez en la Capilla Brancacci de la Iglesia del Carmine de Florencia por Tommaso Masaccio (1401-1428).

De Florencia a Europa

La familia Medici, desde la época de Cosme el Viejo y, sobre todo, con Lorenzo el Magnífico (1449-1492), favorecerá la creación artística y las numerosas innovaciones producidas en este ámbito. Así, los Medici harán de Florencia el centro y modelo cultural más importante del momento, que pronto será imitado por el resto de las ciudades italianas y, finalmente, acabará extendiéndose al resto de Europa.

A imitación de la familia florentina, en otros estados italianos los dirigentes emularán el mecenazgo de los Medici: los Sforza en Milán, Federico de Montefeltro en Urbino, los Gonzaga en Mantua, Segismundo Malatesta en Rímini, y así con un largo etcétera. Por otro lado, el comercio activo que existía entre los estados italianos y el territorio flamenco hace que se produzcan intercambios artísticos entre las innovaciones que se realizan en Centroeuropa, más vinculadas a la observación naturalista de la realidad, y las italianas, mucho más intelectualizadas.

Además, el interés de Italia por el mundo clásico (no sólo en las artes, sino también en la filosofía) deriva en un cambio cultural que, desde la península, irradiará hacia todo el continente durante los siglos de la Edad Moderna.

La imprenta y la expansión de las ideas

Uno de los grandes inventos de la historia (que influyó poderosamente en la sociedad, la cultura y las artes de la Edad Moderna) es la imprenta, pues su uso permitió que las ideas alcanzaran a un mayor número de personas. Gracias a ello, la cultura del humanismo consigue expandirse en poco tiempo por toda Europa.

En el ámbito artístico hay que destacar también, en el marco de esta revolución intelectual, la utilización de las estampas, que servían para ilustrar los libros impresos. La importancia de estas estampas en el desarrollo del arte es crucial, pues no sólo difundían los contenidos intelectuales, sino también las formas artísticas. En un primer momento, la técnica que se empleó fue la entalladura (actualmente conocida como xilografía). Posteriormente, el empleo de grabados sobre planchas de cobre realizadas con buril hizo que la ilustración de los libros fuera más ágil y, por tanto, que la expansión fuera más rápida.

Desde el punto de vista religioso, la imprenta fue fundamental, porque permitió expandir las ideas del monje Martín Lutero (1483-1546). 

La Reforma protestante tuvo un gran éxito, especialmente en el centro de Europa, lo que provocó una reacción por parte de las monarquías, que se mantuvieron firmes en la defensa del catolicismo. Es importante este hecho, ya que, como veremos en el siguiente punto, el arte del siglo XVI y XVII de las áreas católicas estará profundamente marcado por la reacción antiluterana, conocida como Contrarreforma.

El arte como vehículo de la Contrarreforma

  • La visión anicónica de los luteranos hace que se produzcan levantamientos iconoclastas en los países que abrazan el cambio y que se produzca un cambio conceptual en el espacio sagrado de estos lugares. 
  • Por otro lado, la Iglesia católica reacciona a la expansión del protestantismo a través de la Contrarreforma, materializada en el Concilio de Trento (1545-1563).


La sesión XXV de este sínodo se dedicó en exclusiva al modo en que el arte debía tratar los asuntos religiosos. Esto produce una importante transformación artística, que se inicia en el Manierismo (finales del siglo XVI) y que tiene su culmen en el Barroco, durante los siglos XVII y XVIII.

¿En qué consistió el nuevo arte de la Contrarreforma católica? Conceptualmente, se pasa de un arte narrativo, que incidía en las historias (muchas veces inverosímiles) de los santos, a una representación de la imagen de la figura sagrada con sus atributos como modelo de santidad. 

Estas pinturas y esculturas de bulto redondo plasman una actitud declamatoria en los personajes representados, puesto que si algo caracteriza al arte Barroco es, precisamente, su teatralidad.

Además, la Contrarreforma se mantiene firme en la importancia de los sacramentos, especialmente en el de la Eucaristía, que en el arte se refleja en la exaltación de los sagrarios, las custodias y todos los elementos relacionados con el culto a la Sagrada Forma. Por otro lado, la festividad del Corpus Christi, con todos los elementos artísticos que conlleva, adquiere durante el Barroco una importancia sin precedentes.


Las 5 características esenciales del arte de la Edad Moderna

En el siglo XVI surgen una serie de artistas que beben del cambio producido en el siglo anterior. Por un lado, existe una generación que comienza a trabajar en el siglo XV (en la que se encuentran artistas como Leonardo, Botticelli, Perugino o Piero della Francesca, entre otros), y, posteriormente, nos encontramos ya con los grandes artistas del Cinquecento, como Miguel Ángel, Tiziano, Rafael, Tintoretto o Il Veronese, entre otros. 

De estos artistas, la escuela veneciana se va a caracterizar por una composición basada en el color, mientras que los pertenecientes a la escuela florentina y romana otorgarán mayor importancia a la línea.

Estos artistas avanzarán hacia un arte que definirá, a grandes rasgos y con evidentes matices, las características generales del arte de la Edad Moderna, que reseñamos brevemente a continuación, a modo de resumen.


1. El uso de la perspectiva matemática

Como hemos comentado anteriormente, durante el Quattrocento se producirá un descubrimiento que revolucionará la historia de la pintura y que caracterizará la producción artística de la Edad Moderna. Se trata de la perspectiva matemática, codificada por Brunelleschi y aplicada por primera vez por Masaccio.

Esta técnica consiste en establecer un punto de fuga en el que convergen todas las líneas de la composición. Con el paso del tiempo, este método evolucionó y los artistas consiguieron aplicar varios puntos de fuga en una obra.

2. El estudio de la anatomía humana

En contraposición con el escaso valor que en la Edad Media se otorgaba al estudio de la anatomía, la nueva mentalidad humanista anima a los artistas a analizar el cuerpo, ya sea mediante la disección de cadáveres o a través de los tratados de anatomía, como el de Andrea Vesalio (1514-1564), extensamente utilizado en la época.

3. La importancia del retrato

Además, es en esta época cuando cobra una grandísima importancia el género del retrato. En la sociedad medieval nos encontramos con retratos estereotipados, ya que la importancia recaía en quién era el personaje, no en cómo era. En otras palabras, para identificar a la persona en cuestión, sólo bastaba el nombre u otros distintivos, como los de carácter heráldico.

En la Edad Moderna, esto va a cambiar radicalmente. La burguesía que se adhiere al movimiento humanista desea ser recordada con características físicas, únicas y concretas, ya que, siguiendo a Francesco Petrarca (1304-1374), la fama vence a la muerte. Por tanto, la plasmación de las facciones exactas del personaje garantiza que, tras su fallecimiento, siga siendo recordado tal y como era. Por otro lado, en el contexto de la política matrimonial, que adquiere su época de mayor esplendor en la Edad Moderna, las cortes europeas aprovecharán este género para dar a conocer a sus miembros casaderos a las demás casas gobernantes.

4. El volumen

Durante la Edad Media, lo importante era la idea que se representaba en la obra. Sin embargo, con la llegada de la nueva estética moderna, será fundamental el cómo se representa esa idea. De tal manera que, frente a la pintura plana de volúmenes sencillos del románico y el gótico, en el Renacimiento y el Barroco será fundamental el volumen realista de las figuras representadas.

5. El Clasicismo

La cultura moderna se inicia con el renacimiento de la cultura clásica; primeramente, desde una perspectiva filosófica y literaria y, más tarde, enfocada desde un punto de vista escultórico, pictórico y arquitectónico. Los artistas de la Edad Moderna estudian las ruinas, las esculturas y las pinturas romanas, además del tratado de Vitruvio, y las formas que se aplican se inspiran en estos elementos.

En este periodo, se descubren en Roma algunas obras que causaron un gran impacto, como el Laocoonte o el Torso Belvedere, que sentaron las bases de un nuevo estilo clasicista. Otro de los grandes hallazgos fue la Domus Áurea de Nerón, en Roma, donde aparecieron algunos de los pocos ejemplos de pintura romana que se conocían en aquel momento (recordemos que Pompeya y Herculano no se descubrirían hasta el siglo XVIII), y que fueron difundidos por toda Europa a través del grabado.

Pero el clasicismo imperante en la Edad Moderna no sólo se observó en las formas. También los temas pasaron a inspirarse recurrentemente en el pasado clásico que, sin olvidar la cultura cristiana, también representaba escenas de la mitología clásica y de la historia de Roma.

Referencias bibliográficas

Argan, G.C. (1987), Renacimiento y Barroco, ed. Akal

Checa Cremades, F.; Morán Turina, * J.M. (1982), El Barroco, ed. Istmo.

Nieto Alcaide, V.; Checa Cremades, F. (1993). El Renacimiento: formación y crisis del modelo clásico, ed. Istmo.

Colaboración especial del historiador del arte Hugo García, de Vitruvio Arte 



Responder la Guía en Google Formulario  ARTE EDAD MODERNA


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